unes, 18 de noviembre de 2013
Sinestesia: La joven que siente el movimiento de las máquinas sin tocarlas
Una chica de Texas podría ser la primera persona del mundo en percibir los estímulos que producen coches, puertas e incluso relojes, en lo que sería un caso de empatía de «Toque Espejo»
Hay perfumes tan frescos como carnes de niños, suaves sones de oboes, verdes como praderas». Así rezaba la obra «Correspondencias» del artista francés Charles Baudelaire, una poesía llena de sinestesias, fenómeno que fuera de la literatura y en el terreno de la neurociencia se corresponde con lo que coloquialmente llamamos a la facultad de «oír colores», «ver sonidos», «saborear texturas» e incluso «poner colores a los números y letras».
Según los expertos de la Universidad de Granada, Juan Lupiáñez y Alicia Callejas, se trata de una capacidad con base neurológica por la que el individuo experimenta en primera persona una unión de sensaciones, una interferencia de sentidos. Al contrario que la anestesia (ninguna sensación), la sinestesia posibilita que los humanos seamos capaces de poner colores a una canción o saborear el olor de un perfume. Consiste, por tanto, en «sensaciones de una modalidad sensorial particular a partir de estímulos de otra modalidad distinta».
El científico Sean Day catalogó 19 tipos de sinestesias, aunque en la actualidad existen alrededor de 60, y una de ellas es la que sufre una joven de Texas, en Estados Unidos, quien podría convertirse en el primer caso del mundo en sentir los movimientos y los estímulos las máquinas sin tocarlas.
«Mis sentidos son como una radio que recoge los estímulos de una máquina»
Tal y como publica la revista «Psycology Today», Kylee -que es como se hace llamar la chica- estaría sufriendo una sinestesia de «Toque espejo» en la que una persona puede sentir las emociones de otra, incluso puede percibir sensaciones táctiles cuando un segundo individuo toca a un tercero, pero en este caso, en lugar de ser humano se trata de una máquina.
De este modo, esta sinestésica de 18 años describe su experiencia como la de una radio: «Mis sentidos son como una radio que recoge los estímulos provocados por una máquina -una televisión, un ordenador o un teléfono- y los reproduce en mi cerebro».
Sin embargo, según el profesor Juan Lupiáñez, se trataría más de una empatía de simulación que de una sinestesia en estado puro, pese a que la joven sufre otras variantes más conocidas.
El experto de la Universidad de Granada señala que estos fenómenos sse producen de manera habitual en nuestro día a día aunque no seamos conscientes. «Es una forma totalmente normal y coherente de sentir», advierte.
«Cuando una persona se cae y siente dolor, nosotros también lo sentimos»
«Cuando una persona sonríe, nosotros recreamos esa acción en nuestro cerebro y nuestros músculos se mueven también para sonreír. Si alguien abre la boca para comer, nosotros solemos hacerlo. Si una persona se cae y siente dolor, nosotros también lo sentimos. No nos lo imaginamos sino que lo llegamos a percibir. Lo mismo con el asco», asevera Lupiáñez.
De este modo, certifica que en el cerebro hay unas neuronas que se activan cuando se realiza una acción, las mismas que se ponen en funcionamiento cuando se percibe un estímulo externo. Es por esto por lo que los humanos, sin darnos cuenta, podemos imitar lo que hace el otro.
Marginada en la infancia
«La primera vez que me di cuenta de que sufría este fenómeno fue cuando estaba en el colegio y el profesor nos dio ejemplos de sensaciones y nos pidió que identificáramos qué sentidos usábamos para percibirlas. Yo le traté de explicar sin éxito que podía sentir ladrar a los perros o la acción de cerrar una puerta con llave», confiesa Kylee, quien señala haberse sentido discriminada en la infancia por esta capacidad inusual. «Los niños creían que era una chica extraña, por eso cuando era pequeña me negué a contar en público qué es lo que sentía», asegura.
«Siento una escalera mecánica como si notara las vértebras de mi columna»
Para explicar estas sensaciones, Kylee pone como ejemplo el estar en un centro comercial en donde puede sentir a los ascensores, las cajas registradoras e incluso a los relojes sin tener que tocarlos. «Cuando estoy en una escalera mecánica, siento su movimiento como si notara las vértebras de mi columna vertical», cuenta la joven.
Pero sin duda, lo más sorprendente es que esta joven dice sentir las máquinas incluso en la televisión. «Si veo los accidentes de coches en la pantalla, noto cómo se aplastan y necesito aislarme del estímulo. Y si el vehículo frena siento que mis brazos se extienden y se doblan», señala la sinéstata.
Para el neurólogo Mario Riverol, de la Clínica Universitaria de Navarra, este fenómeno podría deberse a que existe un mal funcionamiento cerebral: «Se trataría de una mala interpretación de las sensaciones debido a una actividad cruzada de las diferentes áreas del cerebro». Riverol señala a que este tipo de sinestesias pueden ser provocadas por un trastorno provocado por la ingesta de LSD, hongos tóxicos o a enfermedades relacionadas con la epilepsia.
Lo «artificial» es ahora lo «natural»
El profesor Anton Sidoroff-Dorso, de la Universidad de Harvard, intenta dar una explicación a este caso. «Si finalmente se prueba podríamos estar hablando de una integración funcional y fenomenológica, esto es, una integración empática o emocional. Generalmente en los humanos esto puede ocurrrir por razones de adaptación a un nuevo terreno».
No obstante, este experto en neurociencia se muestra sorprendido porque la sinestesia de «Toque espejo» se pueda aplicar a las máquinas o robots aunque encuentra una explicación lógica en que cada vez más en la era tecnológica tomemos lo «artificial» como «natural». Como él, el profesor Juan Lupiáñez advierte de que cada vez más la convivencia con ordenadores se ha convertido en algo natural por lo que es probable que el «toque espejo» pueda llegar a darse con máquinas en un futuro muy próximo.
¿Tal vez el ser humano estaría evolucionando hacia las máquinas?
FUENTE: ABC.ES
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