Yo tengo discapacidad laboral. Debido a mis crisis de psicosis-ya superada, en un 90 por ciento- no puedo hacer trabajos que me ocasiones estrés, y exigencias. Por eso, soy vendedor a tiempo relativo de cosméticos. Mis problemas son tres: la falta de atención,o deficiencia en ella; la inconstancia y una alta ansiedad, que se me controla con psicofármacos. Por eso,el subtítulo de este blog: estados alterados de conciencia en pro de una sanación en la vida. Porque como diría mi ex-mujer,-también discapacitada- lo mio esta a caballo de un estado transpersonal, para evolucionar-como lo díría Stanislav Grof- y una psicosis de esquizofrenia, moderada, bastante simple,sin embargo, a pesar de las fuertes crisis que tuve. Estas fueron también, incluso, mal tratadas médicamente. Todo esto me hace un individuo especial, para incorporame a la sociedad, en donde no puedo hacer lo que muchos realizan. Sin embargo,disfruto de no hacerlo, y de concretar otras cosas, que, incluso,muchos no hacen.
En el mundo de los discapacitados, conocí en los setenta a Martín. Esquizofrénico paranoide. Un ser especial, aficionado a escribir y a la astronomía. Lo tengo de amigo, desde hace mucho tiempo. Con él, hemos compartido largas charlas.
En los ochenta, conocí a Daniel, discapacitado motriz que se movía en silla de ruedas. Me acuerdo que iba pasando por la calle Rivadavia, y lo vi en un quiosco. Le regalé un helado.Tenía por aquel año de 1981 o 1982,no recuerdo bien, 19 años. Empezó a venir con su silla de ruedas, a la casa de mis padres, donde yo vivía en aquellos años. (Y que lo hice por décadas y décadas). Vino durante el mundial de fútbol de 1982. Comenzó a vistar a mi familia. Con mi primo Alberto, un dia, lo llevamos en andas, a mi pieza del primer piso. Se puso a ver revistas sentadito en una de mis dos camas. Lamentablemente, en 1984, y luego de haber venido por dos años, periódicamente, a mi casa, se le complicó un problema estomacal, para derivar en septicemia. Murió el 11 de abril de 1984. Nunca lo olvidé. Nunca será olvidado un ser tan bello como Daniel. Se ria mucho, a pesar de su situacion de dependencia. Yo, sin estar en silla de ruedas, dependo. Porque los problemas psiquicos de adaptación a esta sociedad, ya son -seguramente- irreversibles.
No tengo porqué quejarme porque estoy ayudado, y me merezco esta ayuda. Yo no tengo ninguna culpa, como tampoco mis padres El que la tiene es el delincuente y el hipócrita. El falso. Yo no lo soy. Pero admito que he padecido-y algo, aún- la tristeza de no poder hacer ciertas cosas. De depender. Todos tenemos tristeza. Pero ante esta, hay que incorporar la alegría, la resignación, la felicidad de hacer otras cosas, y aprovechar las virtudes intelectuales que poseo como asi también las espirituales.
Conocí a otros discapacitados. En el hospicio donde estuve, vi varios muy afectados. Con ellos, hice programas de radio. Hablé sobre distintos temas. Con mi ex-mujer,que también estuvo en un hospital psiquiátrico, leíamos libros y revistas. Junto a un médico psiquiatra, que dirigía los programas de radio Se llamaba La Voz del Tajamar. Por el año 1998, y 1999. Fue algo muy lindo.
Después, una vez que superé mi crisis del año 96, que me llevó al manicomio,por decisión propia, trabajé en una revista, donde supe de Martin, un chico con sindrome de down. Escribia poesía, y muy buena onda de simpatía. Tambien, estuvieron en esta revista, un joven en silla de ruedas, y otra chica en la misma condición. Alberto, era pintor y escribía, incluso. Hasta lo llevaban a la cancha.
Todo puede superarse si hay aceptación. Todo puede ser feliz si comprendemos que por cada cosa que nos falta, hay otras que no nos faltan. Y a esas, hay que ponerle punch. Ganas. Porque después de todo, nunca Dios o la vida, nos va a hacer llevar una carga tan alta,o pesada que no podamos sobrellevar. Es cuestión de actitud y de amor a si mismo.¿O usted cree que no?.
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